segunda-feira, 1 de dezembro de 2014

Auto-retrato aos vinte anos

Eu fui embora, tomei meu caminho e nunca soube
até onde poderia me levar. Fui cheio de medo,
meu estômago revirou e a cabeça zumbia:
acho que era o ar frio dos mortos.
Não sei. Me deixei ir, pensei que era uma pena
terminar tão de repente, mas por outro lado
escutei aquele chamado misterioso e convincente.
Ou você o escuta ou não o escuta, e eu o escutei
e quase caí no choro: um som terrível,
nascido no ar e no mar.
Um escudo e uma espada. Então,
apesar do medo, me deixei ir, encostei minha face
na face da morte.
E era impossível fechar meus olhos e não ver
aquele espetáculo estranho, lento e estranho,
ainda que embutido numa realidade rapidíssima:
milhares de garotos como eu, imberbes
ou barbados, mas todos latino-americanos,
unindo suas faces com as da morte.

Por Roberto Bolaño 
Tradução de Rodrigo Garcia Lopes


Autorretrato a los veinte años

Me dejé ir, lo tomé en marcha y no supe nunca
hacia dónde hubiera podido llevarme. Iba lleno de miedo,
se me aflojó el estómago y me zumbaba la cabeza:
yo creo que era el aire frío de los muertos.
No sé. Me dejé ir, pensé que era una pena
acabar tan pronto, pero por otra parte
escuché aquella llamada misteriosa y convincente.
O la escuchas o no la escuchas, y yo la escuché
y casi me eché a llorar: un sonido terrible,
nacido en el aire y en el mar.
Un escudo y una espada. Entonces,
pese al miedo, me dejé ir, puse mi mejilla
junto a la mejilla de la muerte.
Y me fue imposible cerrar los ojos y no ver
aquel espectáculo extraño, lento y extraño,
aunque empotrado en una realidad velocísima:
miles de muchachos como yo, lampiños
o barbudos, pero latinoamericanos todos,
juntando sus mejillas con la muerte.

Roberto Bolaño

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